Ante fenómenos meteorológicos cada vez más graves, la planificación proactiva ante desastres es fundamental. Este artículo detalla cómo la aplicación de los principios Lean (específicamente el ciclo “planificar, hacer, verificar, ajustar”) permitió a una empresa navegar las temporadas de huracanes de 2017 y 2018 con una interrupción mínima. La experiencia destaca el valor de la preparación estructurada para mitigar el riesgo y garantizar la continuidad operativa.
El marco Lean: una estrategia proactiva
El núcleo de este enfoque radica en la aplicación sistemática de la metodología Lean. En lugar de reaccionar ante las crisis, la empresa abordó de manera proactiva las posibles vulnerabilidades antes, durante y después de las tormentas. Esto significó no sólo proteger los activos físicos sino también priorizar la seguridad de los empleados y la estabilidad financiera.
Fase 1: Plan – Anticipación del impacto
La fase de planificación implicó la colaboración entre departamentos, incluida la seguridad, las operaciones ajustadas y el liderazgo senior. El objetivo era identificar riesgos potenciales y desarrollar una estrategia de comunicación unificada. Las consideraciones clave incluyeron:
- Evaluación de impacto de los empleados: Identificar a las personas con mayor probabilidad de verse afectadas por las tormentas.
- Protocolos de comunicación: Establecer canales claros para actualizaciones y asistencia.
- Asignación de recursos: Determinar cómo apoyar a los empleados y proteger los lugares de trabajo.
Fase 2: Hacer – Ejecutar el plan
La fase de ejecución implicó tomar medidas concretas para proteger a las personas y la propiedad. Esto incluyó:
- Apoyo financiero: Proporcionar tarjetas de débito, efectivo y teléfonos satelitales a los empleados en las áreas afectadas.
- Seguridad del sitio: Cerrar aberturas, asegurar materiales sueltos y llenar contenedores de combustible.
- Logística de emergencia: Implementación de EPP, motosierras, madera contrachapada, generadores y otros suministros esenciales.
- Protección de grúas: Implementar procedimientos específicos para asegurar las grúas y prevenir daños.
Fase 3: Verificación – Evaluación de la eficacia
Después de las tormentas, la empresa llevó a cabo una evaluación exhaustiva de sus esfuerzos de preparación. Afortunadamente, las medidas proactivas habían demostrado ser efectivas y solo se reportaron daños menores en los lugares de trabajo. El trabajo se reanudó a los pocos días, aunque la producción total tardó hasta dos semanas en recuperarse.
Fase 4: Ajuste – Mejora continua
El proceso retrospectivo de Lean (utilizando “seguir haciendo, dejar de hacer y acertijos/deseos”) fue fundamental para identificar áreas de mejora. Los ajustes clave incluyeron:
- Plan de comunicación de emergencia: Un sistema de mensajería optimizado para los empleados.
- Lista de verificación de preparación del sitio: Una guía de una página para proteger los sitios de trabajo antes de las tormentas.
- Lista de verificación de recuperación después de una tormenta: Una guía para reanudar el trabajo después de una tormenta.
- Cajas Conex de emergencia: Contenedores previamente abastecidos con combustible, PPE y otros suministros esenciales.
Lecciones aprendidas: el valor de la resiliencia proactiva
Esta experiencia demuestra el poder de aplicar los principios Lean a la preparación para desastres. Al planificar, ejecutar, evaluar y ajustar sistemáticamente, la empresa minimizó las interrupciones y garantizó la seguridad de sus empleados. La historia de éxito subraya la importancia de la resiliencia proactiva en una era de fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes y severos.
La conclusión clave es que una preparación eficaz no consiste sólo en reaccionar ante las crisis; se trata de anticiparlos, mitigar el riesgo y mejorar continuamente el proceso de respuesta. Este enfoque puede ser aplicado por cualquier organización para mejorar su resiliencia y garantizar la continuidad operativa frente a la adversidad.



















































